Ya se vislumbra el camino que en estos veintisiete años hemos ido haciendo. Son frutos alegres del esfuerzo de años. Han logrado una independencia y respeto, han construido la base de una nueva vida independiente.
Hace unos años una persona, a la que debo mucho respeto y admiración, me dijo que educar a los hijos era llevarles a que libremente quisieran hacer el bien. Creo que este ha sido un punto importante de nuestra educación, la otra gran parte es de ellos mismos, fruto del trabajo y la maduración propia.
¡pero no quiero ponerme transcendente!
Hoy siento una gran alegría, es el cumpleaños de Andrew, desde el día de la boda, pasó a perderlo, y no quiero dejar de celebrarlo. El está feliz en El Camino de Santiago con su bicicleta, un hermano queridísimo y un gran amigo.
Tengo muchas cosas que contar, casi todas alegres, y otras fruto de la vida y sus propias complicaciones. No es que sean tristes, son lo que son. Tendremos que acostumbrarnos a afrontarlas sacándoles el lado positivo, nuestro paso por la tierra es una continua búsqueda de la felicidad, no podemos perder ese fin.
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