viernes, 16 de marzo de 2012

Pedir ayuda




Tengo una maraña en la cabeza, no os ha pasado que de pronto no sabéis cómo seguir hacia delante. 
Ayer me escape con sensación de culpabilidad a hacer deporte por la mañana. Esa sensación es absurda,cuando por prescripción médica debo hacer ejercicio todos los días. Bueno pues figuraros el mal cuerpo que tenía que salí a hacer nueve hoyos de golf a las nueve de la mañana, salí sola, el campo recién regado, una auténtica privilegiada.
Al terminar el primer hoyo vi al Sr. que iba delante de mí parado esperándome. Al ir a coger el putt, vi que alguno de mis hijos no lo habían puesto de vuelta en su sitio y termine el hoyo antes de lo esperado.
 Se acercó amablemente y me preguntó si quería seguir sola, o si quería que fuéramos juntos. Yo no dudé en decirle que lo que realmente me apetecía era jugar sola, y él muy elegante me dijo "a ya comprendo, muchas gracias..."
¿Cómo hay que estar de mal para que alguien, sin conocerte se ofrezca a jugar contigo y le rechaces? Eso solo nos pasa cuando estamos sobrepasados y no queremos manifestarlo.
Tenemos que buscar la forma de sacar presión, de abrirnos, de pedir ayuda cuando nos haga falta, ya puede ser a un familiar, a un amigo, a un "coach" de esos que están ahora de moda, a un sacerdote, y por supuesto a los médicos, que por otro lado, para eso están. 
Pues bien gracias a Dios corrí en el segundo hoyo y pude pedirle disculpas y seguir el recorrido con él, pasamos un rato estupendo los dos.Por supuesto utilice su maravilloso putt. 

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